Sales de casa para pasear a tu perro por el parque. Apenas tenemos unos minutos para vernos a escondidas sin que tu marido o los vecinos puedan sospechar. Siempre en el mismo banco, siempre a la misma hora, siempre las mismas miradas de deseo, la misma pasión que reflejan nuestras palabras expresadas en susurros para que nadie pueda oirnos.
Poso tu mano sobre tu pierna y ese calor entre ambos nos recarga para volver a vernos mañana... como siempre, a la misma hora y con las mismas ganas.
Como me gusta esa cita en el parque, lástima que se me haga tan corta.
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